ASUNCIÒN – En el relleno de Cateura, los niños de Inter Campus juegan rodeados de basura. La cancha es una pila de tierra que está sobre bolsas y botellas, que a veces se pueden ver en la superficie. Los niños se ríen y nos invitan a escarbar, porque saben lo que se puede encontrar: «¡A veces sale algo muy bonito!», dicen. Son curiosos, y su entusiasmo no parece ser afectado por su contexto. Hacen juegos a partir de las llantas abandonadas y el plástico.
Conocen bien estos lugares porque muchos de ellos viven ahí. Tras el colegio, la mayoría se dirige al centro del relleno para ayudar a sus padres con el trabajo. Así es como funciona el ceciclaje acá: la gente pasa diás y noches en los basureros, separando un material del otro.
Muchos niños visten la camiseta del Inter porque saben que entrenarán pronto. Corren por el campo sin preocupación guiados por el entusiasmo de los entrenadores. La confirmación de cómo nace la verdadera sostenibilidad se puede ver en sus deseos de jugar y grandes sonrisas.
14.02.2020