ASUNCIÓN – Cuando el Inter Campus se abrió paso en Paraguay en 2008, los niños simplemente no eran capaces de seguir las reglas: peleas, confrontaciones y discusiones estaban a la orden del día. Con el paso del tiempo han aprendido a compartir el campo de forma pacífica, gracias al constante trabajo de los instructores locales. Ahora, todos se lo pasan en grande en un ambiente pacífico.
Sobre todo en Cateura había mucho desorden, un barrio descuidado, lleno de basura, pero en el cual han encontrado un hueco para jugar. Los tres instructores se tenían que ocupar de 150 niños que hacían caso omiso y jugaban en el campo cuando les apetecía. Raimundo, uno de los instructores que más tiempo lleva ahí, se tebía que ocupar el solo de realizar sesiones con 50 niños. Algo que reducía la calidad de su gran trabajo. Por ello acordamos unos horarios en los que los niños eran divididos en grupos según sus edades. El número máximo de niños por grupo sería de 20.
Esto tuvo un impacto significativo. En menos de un año todo fue más organizado y el principal objetivo ahora es la diversión. Las reglas que han aprendido los niños, a pesar de que puedan parecer restrictivas y aburridas, han ayudado a que convivan y disfruten de la compañía de los demás niños. Así pues se ha logrado que los niños estén en un ambiente más harmónico y disfruten del fútbol en un entorno menos caótico.
Puede ser que no sea bueno para el medio ambiente la cantidad de botellas de plástico y neumáticos que se encuentran por debajo del campo de arena, al igual que los caballos que cruzan el campo a diario, pero se está haciendo todo lo posible para que los niños puedan disfrutar de unas actividades de alta calidad, tanto desde un aspecto técnico como humano.
En la otra parte del proyecto, 120 niños de las Aldeas SOS y del distrito de Zeballos Cué, participan en sesiones de entrenamiento organizadas por tres instructores. Se respira un clima de paz y amistad. Durante nuestra última visita allá, se organizó un curso práctico en el campo. Esto ayudó a que los instructores vivieran la mágia de un entrenamiento de Inter Campus. Su reacción fue muy bonita: se reían y hacían bromas. Tanto que se volvieron a sentir como niños. Una vez más el espíritu del juego hizo su magia.
22.10.2018